martes, 20 de septiembre de 2011

Señor Cartero...

Como a las palabras, el viento también se puede llevar los minutos
El calendario tiene espacio para momentos inesperados, no para días inventados
No importa cuánto lo mires...
Todos somos iguales, la diferencia es que unos se escudan en las promesas, otros en la amnesia
Así como hacer trampa puede verse como un deseo incontrolable de ganar
Saber esperar también puede ser luchar por lo que queremos...
Hay cosas que son de uno, pero la mayoría de sentimientos son de dos
Y ese tipo de correspondencia no la trae el cartero que huye del perro...

jueves, 15 de septiembre de 2011

“El Regreso” y sus consecuencias…

He tenido la oportunidad de observar la última producción de Hernán Jiménez, “El Regreso”, en dos ocasiones, con la particularidad de que en cada una regresé a un lugar o una posición distinta.

La primera vez volví a ser lo que el personaje de la historia define teóricamente como un escritor desempleado, ese que escribe y escribe pero nadie lee ni lee. En la segunda ocasión regresé a esa realidad bipolar del costarricense, a la hermosa contradicción de “madrear” pero defender al país a capa y espada al mismo tiempo…

Creo o me imagino, que esa es la intención de cada autor, director, compositor, etc, que cada persona interprete la obra a su manera, que la haga suya sin necesidad de cobrarle derechos de autor y por último, que promueva el mensaje que dedujo de la misma.

No soy un crítico de cine ni mucho menos, pero sí un crítico del entretenimiento, de la risa, de esa intención de hacer algo más por los demás, que es algo que “El Regreso” logra casi a la perfección.

Todo lo anterior lo pude comprobar en esas dos ocasiones que regresé al cine por un llamado del tico que llevo adentro, el mismo que se vio reflejado en la gran pantalla, en las palabras, las situaciones, miedos y deseos que proyecta la película.

Además entendí otras cosas, como que nunca faltará el espectador que se ría con solo escuchar “puta” o “mierda” sin importar el contexto, que somos un país tan pequeño, que el 90% de la sala conoce el bar al que los protagonistas asisten, y que todos hemos tenido una señora que come papaya…

Después de reflexionar un poco sobre la producción y todo lo que conlleva, intenté decidir entre esos dos escenarios a los que me hizo regresar, pero no pude, los dos son parte mí, parte de lo que soy y lo que seré, así como este país “subdesarrollado”, viejo y lleno de rejas siempre será mi casa, siempre.

Por eso no me queda de otra que intentar ser mejor cada día, intentar hacer de Costa Rica un país más ameno, más seguro y menos conformista, porque no todos podemos irnos, pero todos podemos terminar regresando…

No voy a cerrar este escrito diciéndole vaya a ver la película, sea buen tico y apoye el talento nacional sin saber si es talentoso, pero sí voy a cerrar diciéndole que si yo tuviera una tercera oportunidad, regresaría…