domingo, 18 de octubre de 2009

Envidioso

La abrazo y le ayudo a bajar del autobús
Giró en el aire y cayó sonriendo en un suelo mojado
Con las manos entrelazadas se adueñaron de la calle e iban por el mundo entero
No necesitaban estrellas que alumbraran el cielo
Ni nubes que imaginaran lo que no eran
Cada paso majaba a cada minuto traidor que desparecía…
Llevándose el tiempo que les pertenecía
El rastro se convertía en sentimiento para dos
Y el corazón en ojos para uno
Pintaban memorias presentes con matices de eternas
No había razón para callar, ni deseos que ocultar
Parecían el reflejo de un día perfecto que una vez deje olvidado
Y me gustaría recuperar…

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