Han pasado diez años desde que Michael Jordan paró los corazones del mundo deportivo con su último lanzamiento en una final de la NBA. Fue contra los Utha Jazz, en Salt Lake City, cuando “Air” Jordan robó el balón de las manos de Karl Malone, cruzó todo el rectángulo de juego, encaró a Byron Russel y con una majestuosa finta lo dejó en el suelo para elevarse y encestar a falta de 8 segundos la canasta que definió el partido y el campeonato a favor de los Chicago Bulls.
Desde entonces, la NBA y los “fans” del básquetbol se enrolaron en una tarea que hasta el día de hoy no ha tenido ningún éxito, encontrar al sustituto de Michael Jordan.
La dificultad de la misma es, que no se trata solo de encontrar a un jugador con las mismas características que Michael, sino que se trata de encontrar a un jugador con el mismo nivel de compromiso, con el mismo amor por el juego, el mismo respeto hacia el deporte y su disciplina, un jugador que pueda ser el modelo “perfecto” de la liga y atraer a los ojos del mundo.
En la actualidad tenemos a Lebron James, quien ya ha quebrado varios records históricos de la liga, guiado a su equipo los Cleveland Cavaliers a una final de la NBA, pero no ha logrado la simpatía con el mundo ni la admiración de los jóvenes fuera de las fronteras de los Estados Unidos.
De igual manera, Kobe Bryant quien recientemente ganó el trofeo al jugador más valioso de la temporada, ha mantenido su nivel de juego en lo más alto durante ocho temporadas, pero nunca con la inspiración que Michael Jordan lo hizo, inspiración que hacía que todos los jóvenes de su época quisieran jugar básquetbol.
La constante búsqueda de un sustituto de Jordan, ha afectado a la liga en proporciones elevadas, pues las constantes comparaciones afectan a los jugadores que sienten deben llenar unos zapatos que solo se hicieron de una medida.
Son esas “odiosas” comparaciones, las que no permiten que estos y otros jugadores puedan ser los nuevos ídolos del básquetbol y la juventud, pues nunca serán igual de buenos que el número 23, y la gente siempre admira a lo mejor de lo mejor.
Debemos entender que su nivel y época son diferentes, que el juego y su entorno han cambiado, y aceptar que para su tiempo jugadores como Kobe Bryant, Lebron James, Kevin Garnett, entre otros, son excelentes jugadores de la NBA, dignos de admirar.
Constantemente se escucha decir a los fans que ya la NBA no es lo mismo, que ya no es igual de emocionante, que ya no es igual de competitiva, pero los playoffs de la actual temporada nos dicen lo contrario. Los Boston Celtics el mejor equipo de la NBA, ha tenido que ganar sus dos primeras series en 7 partidos, y lo ha logrado gracias a la ventaja de la localía, pues no ha obtenido un triunfo fuera de casa en esta postemporada.
Los Hornets de Nueva Orleans dieron la sorpresa a lo largo de toda la temporada, y en estos playoffs se encargaron de eliminar a los Dallas Mavericks y están en un duelo de poder a poder con los San Antonio Spurs, actuales campeones de la NBA.
Inclusive se presenta la posibilidad de revalidar una vieja y electrizante rivalidad en la final de la NBA, si se da el caso de que los Boston Celtics y Los Ángeles Lakers logren llegar a la última instancia.
Si bien estoy de acuerdo que ya no es la misma emoción de los tiempos de Michael Jordan, que no se presentan las mismas rivalidades de ensueño como lo fueron las rivalidades Jonson-Bird, Jordan-Barkley, Olajuwon-O’neal, entre otras, la emoción nunca va a ser gratificante, si no aceptamos que no existe sustituto para Michael Jordan ni el grupo de jugadores que lucharon a su lado, a favor o en contra, así como no lo existe para Maradona o Pelé, por eso los argentinos, quienes no aceptan esto siguen esperando volver a ganar un mundial.
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